Psique reanimada por el beso de Cupido
YO SERÉ TU SACERDOTE Y EDIFICARÉ UN TEMPLO EN ALGUNA REGIÓN OCULTA DE MI MENTE
Déjame ser, entonces, el coro que te cante
en las horas de la noche,
tu voz, tu laúd, tu flauta, tu incienso dulce
que exhala el incensario que ligero oscila,
tu santuario, tu bosque, tu oráculo, tu ardor
de profeta de labios macilentos que sueña.
Yo seré tu sacerdote y edificaré un templo
En alguna región oculta de mi mente…
Fragmento del poema Oda a Psique de John Keats (Oct. 31 1795 – Feb. 23 1821)
PSIQUE Y AMOR
Erase una vez, un rey y una reina que tenían tres hermosas hijas. La menor y la más bella de entre ellas, se llamaba Psique y era venerada como una diosa por la gente del pueblo, descuidando estos, la adoración debida a Venus.
Celosa y furiosa por semejante blasfemia, Venus, diosa de la Belleza, ordenó a su hijo Cupido que le vengara haciendo que Psique se enamorara del más despreciable de los seres humanos. Pero Cupido, ante la vista de semejante belleza mortal, cayó perdidamente enamorado.
El padre de Psique, desesperado al ver a su hija soltera pese a su belleza, consultó al oráculo de Miletos, el cual predijo terribles desastres si su hija no era abandonada, en una roca de donde un monstruo se la llevaría.
Sola y temblorosa, en la roca, Psique sintió de pronto la caricia de una breve briza que señalaba la llegada de Céfiro, el gentil viento del oeste que se la llevó lejos, a un palacio de mármol cubierto de piedras preciosas, que sería desde entonces, su hogar.
Cada noche, un misterioso visitante venía a la habitación de Psique y le hacia el amor pero, le tenía prohibido intentar verle el rostro.
Una noche Psique, curiosa por ver el rostro de su amante y a sugerencia de sus hermanas, toma su lámpara de aceite y mientras su amante dormía le ilumina el rostro y descubre que él es nada menos que el dios del Amor, pero de pronto, una gota del candente aceite cae y lo despierta; Cupido, sintiéndose traicionado desaparece.
Desesperada, Psique va en busca de su amor perdido. Venus la somete a pruebas terribles que la llevan de los Inframundos al Olimpo. Como última prueba, Venus envía a Psique a ver a Proserpina, diosa de los Inframundos quien debe hacerle entrega de una vasija o matraz, la cual no debe ser abierta bajo ninguna circunstancia, pero Psique, víctima de su curiosidad, lo abre e inhala los mortíferos vapores y cae en un sopor mortal. Cupido la revive tocándole con su flecha.
Los dioses, conmovidos con tanta devoción, finalmente conceden la mano de Psique a Cupido. Le dan de beber a Psique néctar y ambrosia lo que le convierte en inmortal y la consagran como diosa del Alma.